Cuando mi hermana Kerys estaba en coma en el intensivo del Hospital Traumatológico Ney Arias Lora (a quienes agradecemos su apoyo y esfuerzo por salvarla) y nuestro amor y desesperación por quedarnos con ella movía a toda nuestra familia, descubrí algo que intuía pero que no entendía del todo: el poder de la música cristiana.
Sus hijos, mis sobrinos Kerien y José Ángel, me dijeron que cada mañana cuando mi hermana se levantaba, escuchaba una canción de Nancy Amancio desde su celular.
Le pedí el celular prestado y cuando entré a verla la próxima vez, le puse la canción. Se llama “Arrebato”. Fue la única vez que vi a mi hermana mover su cabeza y apretar con intensidad mi mano y la de nuestro hermano Osiris.
Cuando ella se fue, mi hermana Sulay, hizo poner en la ceremonia final a Tercer Cielo con la canción “Yo te extrañaré” y el efecto fue conmovedor colectivamente.
Ante el dolor y la nostalgia que rompen mi alma ante la pérdida de mi hermana reafirmo mi fe con música, “Nada es imposible para ti”, de la Hermana Glenda y otras que agradezco a mi compañera Raysa Corporán de artistas de aquí y de allá. Mi admiración y respeto a los artistas cristianos, que con sus mensajes de aliento, fe, esperanza, sanación y llamados a la conciencia y cristiana, sanan las almas.
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